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Las fases de una relación de pareja: ¿en qué punto estás tú?

fases de una relación

¿Alguna vez te has preguntado por qué el amor es tan complicado? ¿Por qué a veces sentimos que estamos en una montaña rusa emocional con nuestra pareja? ¿Por qué lo que antes nos encantaba ahora nos molesta?

La respuesta es que el amor no es algo estático, sino que va cambiando a lo largo del tiempo y pasa por diferentes etapas o fases.

Cada una de ellas tiene sus características, sus retos y sus beneficios. ¿Quieres saber cuáles son y cómo identificarlas? Sigue leyendo y descubre las fases de una relación de pareja según la ciencia.

FasesExplicación
EnamoramientoEs la primera fase y la más intensa. Se caracteriza por la atracción física e intelectual, la idealización de la pareja y la liberación de sustancias químicas que nos hacen sentir euforia y felicidad.
Conocimiento Es la segunda fase y la más difícil. Se caracteriza por el descubrimiento de las diferencias y los defectos de la pareja, la decepción o frustración y la necesidad de comunicarse y adaptarse al otro.
CompromisoEs la tercera fase y la más gratificante. Se caracteriza por el apego, la confianza y la lealtad hacia la pareja, la toma de decisiones importantes que afectan al futuro de la relación y el mantenimiento de una intimidad física y emocional.
Amor maduroEs la cuarta fase y la más feliz. Se caracteriza por el respeto, la comprensión, la admiración y la aceptación incondicional del otro tal como es, la confianza plena en nuestra pareja y el agradecimiento por lo que tenemos.

La fase del enamoramiento: todo es color de rosa

Esta es la primera fase de una relación de pareja y la más intensa. Es cuando conocemos a alguien que nos atrae física e intelectualmente y sentimos mariposas en el estómago cada vez que lo vemos o pensamos en él o ella. 

En esta etapa, nuestro cerebro libera sustancias químicas como la dopamina, la serotonina y la oxitocina, que nos hacen sentir euforia, felicidad y conexión con nuestra pareja.

Todo nos parece perfecto: tenemos muchas cosas en común, compartimos los mismos gustos, valores e intereses, nos reímos mucho juntos y tenemos una pasión desenfrenada.

Pero no todo es tan bonito como parece. Esta fase también tiene sus inconvenientes: idealizamos a nuestra pareja y no vemos sus defectos o los minimizamos; perdemos el contacto con la realidad y nos olvidamos de nuestros amigos, familiares o hobbies; podemos sentir celos o inseguridad si pensamos que nuestra pareja puede perder el interés por nosotros; y podemos tener expectativas irreales sobre el futuro de la relación.

La duración de esta fase varía según cada pareja, pero suele oscilar entre unos meses y dos años2. Lo importante es disfrutarla al máximo sin perder la cabeza ni descuidar otras áreas de nuestra vida.

La fase del conocimiento: bajando a la tierra

Después del subidón inicial del enamoramiento, llega el momento de bajar a la tierra y conocer realmente a nuestra pareja. E

n esta fase, empezamos a ver que no somos tan iguales como pensábamos y que tenemos diferencias en algunos aspectos como las creencias, las opiniones, los hábitos o las formas de expresar el afecto.

También empezamos a notar los defectos o las manías de nuestra pareja y podemos sentirnos decepcionados o frustrados.

Esta fase puede ser difícil porque implica aceptar al otro tal como es y adaptarse a sus necesidades sin renunciar a las propias.

También implica comunicarse bien para resolver los conflictos que puedan surgir por las diferencias o los malentendidos.

Algunas parejas no superan esta fase porque se dan cuenta de que no son compatibles o porque pierden el interés por su pareja al verla más humana y menos idealizada.

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Sin embargo, esta fase también tiene sus ventajas: conocemos mejor a nuestra pareja y podemos establecer una relación más profunda basada en el respeto mutuo; aprendemos a negociar y llegar a acuerdos para mejorar la convivencia; desarrollamos habilidades como la empatía, la tolerancia o la paciencia; y fortalecemos el vínculo afectivo con gestos cotidianos, detalles o sorpresas.

La duración de esta fase depende mucho del grado de compromiso e implicación de cada miembro de la pareja. Lo importante es mantener vivo el interés por conocer al otro y valorar sus cualidades sin dejar de lado las nuestras.

La fase del compromiso: consolidando la relación

Si hemos superado con éxito la fase anterior, llega el momento de consolidar nuestra relación y demostrar nuestro compromiso con nuestra pareja. En esta etapa, nuestro cerebro libera sustancias químicas como la vasopresina y la oxitocina, que nos hacen sentir apego, confianza y lealtad hacia nuestra pareja.

También tomamos decisiones importantes que afectan al futuro de la relación, como casarnos, tener hijos, comprar una casa o viajar juntos.

Esta fase puede ser muy gratificante porque implica compartir un proyecto de vida común y apoyarnos mutuamente en las dificultades que puedan surgir.

También implica mantener una intimidad física y emocional que nos haga sentir satisfechos y queridos.

Pero esta fase también tiene sus desafíos: podemos caer en la rutina y el aburrimiento si no cuidamos la relación y buscamos momentos de calidad con nuestra pareja; podemos tener conflictos por temas como el dinero, la educación de los hijos o las tareas domésticas; podemos sentir tentaciones o infidelidades si no estamos seguros de nuestro compromiso o si buscamos fuera lo que no encontramos dentro.

La duración de esta fase depende del nivel de madurez y estabilidad de cada pareja. Lo importante es renovar el compromiso cada día y no dar nada por sentado.

La fase del amor maduro: aceptando al otro tal como es

Si hemos llegado hasta aquí, significa que hemos superado todas las pruebas anteriores y hemos alcanzado un nivel de amor maduro con nuestra pareja.

En esta etapa, nuestro amor se basa en el respeto, la comprensión, la admiración y la aceptación incondicional del otro tal como es.

No necesitamos estar todo el tiempo juntos ni demostrar constantemente nuestro afecto, sino que confiamos plenamente en nuestra pareja y le damos su espacio y su libertad. También somos capaces de perdonar los errores del pasado y vivir el presente con ilusión y optimismo.

Esta fase puede ser muy feliz porque implica disfrutar de una relación plena y armoniosa con nuestra pareja, sin renunciar a nuestra individualidad ni a nuestros sueños personales. También implica celebrar los logros conseguidos juntos y agradecer lo que tenemos.

Pero esta fase también tiene sus riesgos: podemos caer en el conformismo o la indiferencia si no seguimos creciendo como personas y como pareja; podemos tener crisis existenciales o cambios vitales que nos hagan replantearnos nuestra relación; podemos perder a nuestra pareja por causas ajenas a nuestra voluntad, como una enfermedad o un accidente.

La duración de esta fase depende del grado de amor y compatibilidad que tengamos con nuestra pareja. Lo importante es seguir alimentando el amor con pequeños detalles y grandes gestos que nos hagan sentir especiales.

¿Y tú? ¿En qué fase estás con tu pareja? ¿Te identificas con alguna de ellas? Recuerda que cada relación es única e irrepetible y que lo más importante es ser feliz con quien compartes tu vida. 😍

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